dijous, 24 de març del 2011

Ejercicio 4 de los textos narrativos. Sandra Taberner Mejías

4.1 Estructura narrativa.

En este fragmento de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez se puede ver que el relato es lineal; es decir, cronológico, ya que el narrador narra los hechos en el mismo orden que suceden.
Primero presenta a dos personajes y luego describe el lugar dónde se desarrollará la acción.

4.2 ¿Cómo marca el autor el tiempo transcurrido para el personaje?

Cuando comienza el fragmento diciendo "Muchos años después".

4.3 

Flashback: el narrador regresa al pasado, sobre hechos anteriores.

Todo ha empezado hoy. Bueno, en realidad, empezó hace tres meses cuando me encontré, por primera vez, en una situación realmente embarazosa. Me desperté como cualquier otro día y me preparé para ir a trabajar. Me duché, me vestí, desayuné y me fui corriendo, como de costumbre, porque llegaba tarde. Entre las prisas y mientras buscaba las llaves del coche en el bolso, me choqué de frente con un hombre al que le tiré todo el café que llevaba encima. En ese momento me quería morir. Pero más ganas me entraron de morir cuando al levantar la cabeza me di cuenta de que era el hombre más guapo que había visto nunca. Le pedí disculpas mil veces, pero creo que la cara que puse de sufrimiento absoluto fue lo que le hizo reirse de la situación y tomárselo como un accidente. En resumen, todo quedó en un despiste por mi parte. El hecho es que en estos tres meses aún no he olvidado esa cara, y ésto me lleva a mi historia de hoy. Mientras volvía hacia casa, alguien se ha chocado conmigo. Sin haber levantado la cabeza, he podido adivinar quién era.

Flashforward: el narrador anticipa hechos que aún no han ocurrido.

Cuando tenía que ir al médico, me encontré con aquella chica que había estudiado conmigo en la universidad. Hacía muchísimos años que no la veía, y la verdad es que me costó un poco reconocerla debido a que había engordado casi 20 quilos. Me explicó que no estaba pasando por muy buen momento, ya que su padre había muerto hacía poco y a su madre le habían detectado una enfermedad muy grave. Ella no parecía muy afectada, la verdad, y mostraba muchas ganas en explicarme su vida y hablar durante bastante rato; incluso me invitó a tomar un café para recordar viejos tiempos. Yo tube que negárselo porque llegaba tarde, pero le prometí que podíamos quedar cualquier otro momento para ponernos al día de todo. A ella pareció gustarle la idea, así que intercambiamos nuestros actuales teléfonos y le dije que ya la llamaría cuando pudiera. Nos depedimos y yo seguí mi camino cuando un grupo de chicos me pararon para preguntarme si sabía dónde había una parada de tren. Parecía que no iba a llegar nunca a mi destino.

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